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LA ISLA DEL DIABLO

17.07.2013 00:09

La isla del Diablo 
No ha sido la de San Brandán o San Borondón la única isla viajera; sólo ha sido la más famosa. En la costa argentina, a una legua poco más o menos al este de la ciudad de Goya, existe una isleta que antiguamente cambiaba también de situación, si bien no llegaba a desaparecer como aquélla: es la Isla del Diablo. 

Según la tradición, esta isla fue, en otra época, un islote fantasma. Unas veces aparecía más al Norte, otras más al Sur, y nunca se estaba fija en el mismo punto. Este cambio constante de situación no constituía, sin embargo, la principal dificultad para desembarcar en ella. El mayor obstáculo para el viajero que pretendiese poner la planta en la movediza tierra consistía en la ferocidad de sus habitantes: unos espíritus infernales capaces de amedrentar con sus gestos y gritos extraños al corazón más decidido y valiente. 

Sometida a estos cambios de lugar y señoreada por tan horripilantes huéspedes, estuvo la isla durante muchísimo tiempo. Al cabo, estas condiciones cambiaron radicalmente. Un fraile misionero fue el autor de la benéfica variación. 

Enterado de los fenómenos que en la isleta se daban e informando de la extraña naturaleza de los habitantes, concibió un proyecto para librar de maléficas influencias aquella porción de tierra. Su plan era un verdadero plan de conquista. Sin embargo, la expedición que organizó no presentó ningún aparato bélico. Su tropa estuvo constituida por fervorosos fieles que se dirigieron a la isleta rezando la más adecuadas preces; llevaba como enseña la más alta de todas -la de la Cruz- y como única arma, la del exorcismo. 

Bendecida la tierra maldita, pudieron todos desembarcar en ella sin ninguna dificultad. Y desde entonces, la isla ya no ha vuelto a moverse. 

Una Campana de espejos

17.07.2013 00:06

Hace muchos cientos de años que los sacerdotes de Mugenyama, en la provincia de Totomi, necesitaban una gran campana para su templo. Pidieron, por lo tanto, a los feligreses que les ayudasen a recoger el bronce, entregando ellos sus espejos para fundir, y así poder fabricarla. (Esta es una vieja costumbre japonesa que sigue aún hoy en día). 

En los tiempos a que se refiere esta leyenda había una mujer que vivía en Mugenyama, la cual entregó su espejo para la fundición de la campana. Luego, pensando en la donación que había hecho a los sacerdotes, se acordó de que aquel espejo había sido legendario en su familia, y empezó a lamentarse de haberlo hecho. La pobrecilla iba todos los días al templo, y allí, entre un montón que aumentaba paulatinamente, siempre vislumbraba su espejo. Muchas veces trató de recogerlo, mas fue inútil. Era una mujer pobre, pues de lo contrario hubiese podido entregar una suma de dinero a los sacerdotes y así haber rescatado su preciado espejo. De tal manera se amargó la vida, que se le hizo insoportable. Llegaba a pensar que el espíritu de su madre habitaba el espejo, acordándose del viejo dicho de su país: "el alma de una mujer está en su espejo". 

Llegó el momento en que los espejos se amontonaron en tal cantidad, que fueron enviados a la fundición. Mas por mucho que trataban de fundirlos dentro del molde de la campana, todo era inútil. Una y otra vez trataron de fundirlo, en balde; no había manera. Los sacerdotes pensaron que una de las mujeres que había donado su espejo lo había heho de mala gana, y, por lo tanto, la frialdad de la donación no permitía la fundición. Naturalmente, en un pueblo tan pequeño todo el mundo se enteró de lo sucedido y por fin conocieron de quién era el espejo. La pobre mujer, no pudiendo aguantar tal afrenta, se quitó la vida, dejando una carta que decía: "Cuando esté muerta, no será muy difícil forjar la campana. Mas a aquel que llegue a romper la campana, sonándola, mi espíritu le recompensará con una gran fortuna". 

Hay que saber que todos aquellos que mueren en cólera o se quitan la vida en este estado poseen una fuerza sobrenatural. Ahora bien, una vez que la campana estuvo fundida y colocada sobre el madero que se utiliza a guisa de campanario, el pueblo entero se acordó de las palabras de la suicida y a todas horas estaban al lado de la campana, sacudiéndola con gran fuerza, por si de esta manera conseguían romperla y ganar la fortuna que le carta prometía. Hasta tal punto llegó el escándalo, que los sacerdotes, hartos de oír la maldita campana, que traía de cabeza a todo el vecindario, la cogieron una noche y la hicieron rodar por la cuesta abajo, sepultándose en un gran pantano que allí había y de esta manera desapareció la campana, mas no así la leyenda, que la siguió llamando la Mugen-Kane o campana de Mugen. 

Ahora bien: una de las cosas más curiosas de las costumbres japonesas es que el efecto mágico de un dicho o de una cosa sigue, aunque el acto u objeto antiguo haya desaparecido. Por ejemplo: hay que ser muy acaudalado para poder construir un templo a Buda; mas si un pobre hubiese de depositar una piedrecita delante del Buda en persona y ofrecérsela como un templo, el Buda lo tomaría como si se hubiese construido. Tampoco se puede uno leer los seis mil setecientos setenta y un tomos de los textos budistas; mas si se hubiese de leer un trocito con la fe firme de que se habían leído todos, esto serviría ante Buda de la misma manera. 

Después que la campana había sido sumergida en el pantano, la gente seguía rompiendo cosas en memoria de la famosa campana. Y ocurrió una vez que Umegae estaba viajando con su marido, un famoso guerrero de la tribu de los Heike, llamado Kajiwara, y se encontraron con dificultades pecunarias muy estrechas. Umegae, acordándose de la campana de Mugen, formó una campana de bronce y comenzó a tañerla hasta que se rompió. Uno de los huéspedes, que estaba en el cuarto contiguo, preguntó a qué se debía tanto ruido, y al esplicárselo, le regaló a Umegae la cantidad de trescientos ryo. 

De esta experiencia salió una canción que cantaban las bailarinas japonesas, que dice: "Si por romper la campana de Umegae pudiese yo ganar suficiente dinero, negociaría la libertad de todas mis compañeras". 

Después de este hecho, la campana de Mugen se revistió de más fama y mucha gente siguió el ejemplo de Umegae, por ver si les pasaba lo mismo. 

Entre la mucha gente que creía en esto se encontraba un campesino que se había gastado toda su fortuna en juegos y en mal vivir. Este sujeto hizo una campana de arcilla y la tocó hasta que se rompió, diciendo que era la campana de Mugen. No había hecho más que romperse, cuando del suelo surgió la forma de una mujer que llevaba en las manos un jarrón tapado. La mujer se dirigió a él, diciéndole: 

- He venido a contestar a tu ruego tan ferviente; toma este jarrón, en justo pago por tus rezos. 

Diciendo esto, desapareció de la misma manera que había aparecido. 

El hombre, dando grandes gritos de alegría, entró corriendo en el cuarto de su mujer con el jarrón en las manos, que pesaba mucho. Entre los dos lo destaparon muy cuidadosamente, encontrando que estaba lleno hasta arriba de... 
La aparición no volvió a la casa y el marido comprendió que la mujer había alcanzado ya el reposo.ç 

El anillo de boda de la muerta

17.07.2013 00:03

EL ANILLO   DE BODA,,,,,,,,,,En Joachimstal, en la región de Angermünde, murió una mujer casada. El marido tuvo gran sentimiento, le hizo un buen entierro y la llevó al camposanto. Mas antes de meter el féretro en la tumba, y al descubrirla, tomó el anillo de boda de la mano de la muerta para conservarlo. Una vez hecho esto y dado tierra al cadáver, regresó a su casa. Guardó el anillo en una caja y se dispuso a acostarse, porque ya se había hecho de noche. Sin embargo, el dolor no le dejaba reposar y estaba completamente desvelado. Tenía las ventanas de su habitación abiertas y en un momento vio, lleno de sorpresa, que a través del jardín venía una forma blanca, que pronto reconoció como su mujer. No se atrevió a moverse y vio cómo la aparición entraba en la casa y andaba por las habitaciones, como buscando algo. Después desapareció. 

El campesino, a la mañana siguiente, atribuyó lo que viera a un sueño o a una fantasia. Por la noche, sin embargo, volvió a suceder lo mismo: llegó la mujer, entró en la casa, y buscaba y buscaba. Creyó el asustado hombre oír como suspiros y una voz entrecortada que decía lastimeramente: "¡Mi anillo! ¡Mi anillo!" 

Esto se repitió una noche más. Hasta que el campesino, creyendo que fuera el anillo de boda lo que la muerta buscaba, lo sacó de la caja en donde lo había guardado, fue al cementerio y lo metió junto a la tumba de su mujer, todo lo hondo que pudo. 

LA VIUDA LEYENDA

17.07.2013 00:00

La Viuda 


Es el alma de una señora que murió al enterarse de que su marido le era infiel y firmó un contrato con el diablo para vivir eternamente y poder vengarse. 

Por lo general sale de noche y sube a las ancas de los caballos de los hombres que vuelven a sus casas. 

Sólo se la puede combatir con un crucifijo o un rosario y sin tener miedo. En la zona de los Valles Calchaquíes se dieron varios casos de paisanos que fueron "espantados" por la viuda. 

El palo borracho 
A este extraño árbol, con forma de botella, ciertas tribus de la zona del río Pilcomayo, lo llaman "Mujer" o "Madre pegada a la tierra" y esto viene porque... 

.En una antigua tribu que vivía en la selva, había una jovencita muy linda, a la cual codiciaban todos los hombres, pero ella sólo amaba a un gran guerrero. Y se enamoraron profundamente... hasta que cierto día la tribu entró en guerra. El partió a la contienda y ella quedó sola prometiéndole amor eterno... Pasó mucho tiempo y los guerreros no volvían... mucho tiempo después, se supo que ya no lo harían. 

Perdido su amor... la joven cerró todo sentimiento pues la herida abierta en su corazón ya no podría sanar... Se negó a todo pretendiente... Una tarde se internó en la selva, entristecida, para dejarse morir... 

Y así la encontraron unos cazadores que andaban por allí... muerta en medio de unos yuyales. Al querer alzarla para llevar el cuerpo al pueblo, notaron, asombrados que de sus brazos comenzaron a crecer ramas y que su cabeza se doblaba hacia el tronco. De sus dedos florecieron flores blancas. Los indios salieron aterrados hacia la aldea. 

Unos días después, se internaron los cazadores y un grupo más al interior de la selva y encontraron a la joven, que nada tenía de muchacha, sino que era un robusto árbol cuyas flores blancas se habían tornado rosas. Comentan que esas flores blancas lo eran por las lágrimas de la india derramadas por la partida de su amado y que se tornaban rosas por la sangre derramada por el valiente guerrero. 

Primer blog

26.08.2011 00:13

Hoy hemos lanzado nuestro nuevo blog. ¡Sigue atento! Te mantendremos informado. Puedes leer los nuevos mensajes de este blog a través del feed RSS.

LA LEYENDA DEL MUERDEGO

25.08.2011 21:54

Cuando Balder, dios de la primavera, era apenas un niño, su madre, Frigga, diosa del amor y la belleza, tuvo un sueño en el que se le alertaba sobre la muerte de su hijo, advirtiéndole que al momento que esto ocurriera, todo ser viviente sobre la tierra perecería con él. Alarmada por dicha amenaza, Frigga habló con los cuatro elementos y todo ser viviente, haciéndoles prometer que nada ni nadie le haría daño. Sin embargo, a Frigga se le olvidó acercarse al muérdago por considerarle insignificante e inofensivo. El malévolo dios Loki se aprovechó de la oportunidad y elaboró una lanza con punta de muérdago para quitarle la vida al pequeño.
Con su muerte, se cumplió la profecía, y al instante, el cielo palideció, las plantas comenzaron a morir, a la par que el planeta se iba envolviendo por primera vez en la crudeza del invierno. Frigga lloraba desconsoladamente. Conmovidos, los dioses le devolvieron la vida a su hijo, no sin antes castigar a la pequeña planta por haber causado tanta desdicha.
Por su parte, una vez devuelto a la vida y como muestra de amor y agradecimiento a su madre, Balder ordenó que en adelante, cada vez que una pareja pasase bajo una rama de muérdago, debía besarse para perpetuar el 

LA LEYENDA DE LASA

25.08.2011 21:45

En la tribu de los Cashinahuas vivía una joven tan hermosa que todos los que la veían se enamoraban de ella. Pero Iasá amaba solamente a Tupá, el hijo del dios supremo Tupán.
El demonio Anhangá, enamorado también de Iasá, sentía una terrible envidia de Tupá y decidió robarle la novia. Para lograr su maligno propósito, se apareció un día ante la madre de Iasá y le dijo:
-Si tu impides la boda de Iasá y Tupá y haces que tu hija se case conmigo, yo te daré caza y pesca abundantes durante toda tu vida.
La ambiciosa madre pensó que si obedecía a Anhangá no tendría que preocuparse más por conseguir alimento. De inmediato le prohibió a Iasá volver a ver a Tupá y decidió fijar la fecha del matrimonio de su hija con Anhangá.
Al conocer la decisión de su madre Iasá se sintió desesperar. Sabía que al casarse con Anhangá tendría que ir a vivir al infierno, en el centro de la tierra, y que jamás volvería a ver el cielo, donde vivía su amado Tupá junto a su padre, el dios supremo Tupán. En medio de su tristeza, quiso ver a Tupá por última vez, aunque sólo fuera de lejos, y así se lo pidió a Anhangá.
El demonio decidió complacer a Iasá pero le impuso una condición:
-Te harás una herida en un brazo para que las gotas de tu sangre marquen el camino que te lleva al cielo, así podré seguirte.
Conforme a lo prometido, el día señalado para la boda, poco antes de la ceremonia, Iasá partió a visitar a Tupá por última vez. Se había hecho una herida en el brazo y a medida que avanzaba, las gotas de sangre iban formando un arco rojo en el cielo.
Tupá que era muy poderoso, ordenó al sol, al cielo y al mar que acompañaran a Iasá en su camino y que para confundir a Anhangá dibujaran tres arcos más, al lado de la franja roja. El sol, Guarací trazó un arco amarillo, el cielo Iuaca, dibujó un arco azul claro, y el mar, Pará formó un arco azul oscuro.
Pero Iasá no logró llegar al cielo, ni ver a Tupá, debilitándose cada vez más, fue cayendo lentamente hacia la tierra. Su sangre se mezcló primero con la franja amarilla de Guarací y se formó un arco anaranjado y, después, al mezclarse con el arco azul de Iuaca, dibujó otro arco de color violeta.
Al caer sobre la tierra, Iasá murió en una playa, bañada por el agua del mar y por los rayos del sol. No se casó con Anhangá, ni se fue al infierno...
De su cuerpo subió un arco verde, formado por la mezcla azul de Pará con el amarillo de Guarací, y se convirtió en el séptimo arco que seguía la trayectori

EL PUEBLO MAPUCHE

25.08.2011 19:40

 

El pueblo mapuche (mapu= tierra, che=gente) es uno de los tantos grupos aborígenes americanos, que han conservado más fuertemente sus creencias, costumbres e identidad.

Durante toda La Colonia opusieron una prolongada resistencia a la corona hispánica. Este hecho obligó a la administración a reconocerles cierta autonomía, estableciendo fortificaciones a lo largo de la frontera y manteniendo un ejército profesional, caso único en la historia de las colonias. La Guerra de Arauco, termina recién durante la República con el proceso denominado de «pacificación» de la Araucanía que concluye en 1891.

El largo período de la Guerra de Arauco, significó además de un conflicto bélico, un intenso intercambio cultural económico y un proceso de mestizaje. En estos contactos es importante la adopción, por parte de los mapuches, del caballo y las técnicas de la platería.

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